El conductismo,
el cognitivismo y el constructivismo son las tres grandes teorías de
aprendizaje utilizadas más a menudo en la creación de ambientes
instruccionales. Todas estas teorías de
aprendizaje mantienen la noción que el conocimiento es un objetivo (o un
estado) que es alcanzable (si no es ya innato) a través del razonamiento o de
la experiencia. El conductismo, el cognitivismo y el constructivismo
(construidos sobre las tradiciones epistemológicas) intentan evidenciar cómo es
que una persona aprende.
Las teorías de
aprendizaje se ocupan del proceso de aprendizaje en sí mismo, no del valor de
lo que está siendo aprendido. En un
mundo interconectado, vale la pena explorar la misma forma de la información
que adquirimos. Cuando las teorías de
aprendizaje existentes son vistas a través de la tecnología, surgen muchas
preguntas importantes. El intento
natural de los teóricos es seguir revisando y desarrollando las teorías a
medida que las condiciones cambian. Sin
embargo, en algún punto, las condiciones subyacentes se han alterado de manera
tan significativa, que una modificación adicional no es factible. Se hace necesaria una aproximación
completamente nueva.
Hoy, estos
principios fundamentales han sido alterados.
El conocimiento crece exponencialmente.
Ya no es posible experimentar y adquirir personalmente el aprendizaje
que necesitamos para actuar. Ahora
derivamos nuestra competencia de la formación de conexiones.
El caos es una
nueva realidad para los trabajadores del conocimiento. A diferencia del constructivismo, el cual
establece que los aprendices tratan de desarrollar comprensión a través de
tareas que generan significado, el caos señala que el significado existe, y que
el reto del aprendiz es reconocer los patrones que parecen estar escondidos. La
construcción del significado y la formación de conexiones entre comunidades
especializadas son actividades importantes.
Gleick (1987)
indica: “En el clima, por ejemplo, esto
se traduce en lo que es medio en broma conocido como el Efecto Mariposa: la
noción que una mariposa que bate sus alas hoy en Pekín puede transformar los
sistemas de tormentas el próximo mes en Nueva York” (p.8). Wiley y Edwards reconocen la importancia de
la auto-organización como un proceso de aprendizaje: “Jacobs argumenta que las comunidades se auto-organizan de manera
similar a los insectos sociales: en lugar de tener miles de hormigas cruzando
los rastros de feromonas de cada una y cambiando su comportamiento de acuerdo
con ellos, miles de humanos se cruzan
entre sí en el andén y cambian su comportamiento.”. La capacidad de formar conexiones entre
fuentes de información, para crear así patrones de información útiles, es
requerida para aprender en nuestra economía del conocimiento.
El conectivismo
es la integración de principios explorados por las teorías de caos, redes,
complejidad y auto-organización. El
aprendizaje es un proceso que ocurre al interior de ambientes difusos de
elementos centrales cambiantes – que no están por completo bajo control del
individuo. El aprendizaje (definido como
conocimiento aplicable) puede residir fuera de nosotros (al interior de una
organización o una base de datos), está enfocado en conectar conjuntos de
información especializada, y las conexiones que nos permiten aprender más
tienen mayor importancia que nuestro estado actual de conocimiento.
El conectivismo
es orientado por la comprensión que las decisiones están basadas en principios
que cambian rápidamente. Continuamente
se está adquiriendo nueva información. La habilidad de realizar distinciones
entre la información importante y no importante resulta vital. También es
crítica la habilidad de reconocer cuándo una nueva información altera un
entorno basado en las decisiones tomadas anteriormente.
El punto de
partida del conectivismo es el individuo.
El conocimiento personal se compone de una red, la cual alimenta a
organizaciones e instituciones, las que a su vez retroalimentan a la red,
proveyendo nuevo aprendizaje para los individuos. Este ciclo de desarrollo del conocimiento
(personal a la red, de la red a la institución) le permite a los aprendices
estar actualizados en su área mediante las conexiones que han formado.
Landauer y Dumais
(1997) exploran el fenómeno según el cual “las personas tienen mucho más conocimiento
del que parece estar presente en la información a la cual han estado expuestas”. Estos autores proveen un enfoque
conectivista al indicar “la simple noción
que algunos dominios de conocimiento contienen vastas cantidades de
interrelaciones débiles que, si se explotan de manera adecuada, pueden
amplificar en gran medida el aprendizaje por un proceso de inferencia”. El valor del reconocimiento de patrones y de
conectar nuestros propios “pequeños mundos del conocimiento” es aparente en el
impacto exponencial que recibe nuestro aprendizaje personal.
Nuestra habilidad
para aprender lo que necesitamos mañana es más importante que lo que sabemos
hoy. Un verdadero reto para cualquier
teoría de aprendizaje es activar el conocimiento adquirido en el sitio de
aplicación.
Sin embargo, cuando el conocimiento se necesita, pero no es conocido, la
habilidad de conectarse con fuentes que corresponden a lo que se requiere es
una habilidad vital. A medida que el conocimiento crece y evoluciona, el acceso
a lo que se necesita es más importante que lo que el aprendiz posee
actualmente.
El conectivismo
presenta un modelo de aprendizaje que reconoce los movimientos tectónicos en
una sociedad en donde el aprendizaje ha dejado de ser una actividad interna e
individual. La forma en la cual trabajan
y funcionan las personas se altera cuando se usan nuevas herramientas. El área de la educación ha sido lenta para
reconocer el impacto de nuevas herramientas de aprendizaje y los cambios
ambientales, en la concepción misma de lo que significa aprender. El
conectivismo provee una mirada a las habilidades de aprendizaje y las tareas
necesarias para que los aprendices florezcan en una era digital.