martes, 5 de enero de 2010

Saramago y Gardel.

En navidad siempre me regalan libros, es a pedido mio porque en verano puedo distenderme y leer lo que realmente me gusta. En estos años he seguido al sesudo autor portugués don José Saramago. Creo haber contado que cuando un autor me gusta suelo enamorarme perdidamente como una adolescente y compro uno tras otro sus libros.
Desde Todos los nombres, Saramago me tiene impresionada. No es de fácil lectura, tiene un estilo muy particular, tiene una ironía finísima y un despliegue de recursos estilísticos que habrá que enumerar algún día. No soy critica literaria, dios me libre, soy una lectora ingenua que lee sin parar autores que va conociendo.
Saramago como Gardel: cada día escribe mejor. El año pasado, también para navidad, leí El viaje del elefante y ahora acabo de leer Caín. Y el asombro no deja de llegar, este señor que ya tiene 86 años, cada día escribe mejor. Como Gardel.
El libro de Caín, es una suerte de fineza a la ironía de dios y los hombres, un conjuro apasionado por momentos de enfrentamientos filosóficos y reveldes, una pelea válida y constructiva del por qué de muchas interrogantes.
Lo que muchas veces me ha ocurrido con este autor me sucedió nuevamente: me encontré riendo a carcajadas gran parte del libro. Eso me había pasado con Ensayo sobre la lucidez, que sigue a Ensayo sobre la ceguera, y me preguntaba si era válido reír con un autor como este señor Saramago. Después leí la Balsa de Piedra, Las intermitencias de la muerte y El viaje del elefante y comprendí que Saramago se ríe mucho cuando escribe y claro, su humor raya en la fineza sarcástica e irónica con precisión y alevosía, pero se ríe sí, sin dudas.
También descubrí que uno de los personajes es él sin dudas, en Ensayo sobre la ceguera por ejemplo, él es la mujer del médico. En el viaje del elefante en cambio es el domador del elefante, en Caín, es caín sin dudas. Hay un Saramago escondido dentro de cada historia y repite un poco lo que su en vida debe de haber sido punto de cuestionamiento: la verdad de dios y los hombres, la violencia, la idiotez humana, la maldad, la vida, la muerte, en fin, hay un diálogo interior en cada libro que el escritor se lo plantea con mucha honradez y uno entiende que se lo está cuestionando y contestando a sí mismo. Eso hace que muchas veces se ría de sí y al hacerlo se ríe del mundo y sus perfiles humanos.
Para los que tienen tiempo de leer en verano les recomiendo Caín y sus verdades. Un libro para sonreír, reírse y cuestionar.
Repito que este señor, cada día escribe mejor...nuestro mago, Gardel, canta mejor a medida que su recuerdo nos gana, el escritor portugués por suerte, aún está vivito y coleando mientras se pelea con dios y sus razonamientos.



1 comentario:

silvia dijo...

Comparto cada línea. No puedo despegarme de Saramago, doy vueltas por otros autores, y siempre vuelvo. Prueba de ello es que estoy releyendo Cuadernos de Lanzarote, me fascina ese Saramago público rozando lo privado de los Cuadernos.
Que viva y escriba por muchos años más.

Puerta

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Enrique Medina