Mi querida amiga Malú en la entrada anterior habló de enamorarse y ya que inició el camino, he de caminar por su huella...
¿Quién acaso duda de la fuerza y la pasión encerrada en un poema, susurrado al oído o entre labios murmurado del amante condolido o feliz al amor esquivo o siempre fiel?
Podrá la literatura evolucionar al son de la sociedad y de los hombres pero más allá del cambio de las imágenes que ella transporta en palabras, cambiantes, flexibles a los tiempos y a las modas, siempre el amor será una de sus musas, siempre habrá una amante que la dedica a otro que las espera, las sueña, las desea o, que simple y llanamente las ignora o escucha con indiferencia...
Les propongo sumergirse en el mundo de los poetas y las poesías, dejen fluir los sentidos, que afuera quede el ruido mundano,sus placeres dudosos, sus metales vacíos y carentes de sentido...
Comencemos el viaje interior...
La palabra circula en el genio de uno de los grandes de la literatura, el sevillano Gustavo Adolfo Bécquer
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querrán!
Asomaba a sus ojos una lágrima
Asomaba a sus ojos una lágrima,
y a mi labio una frase de perdón.
Habló el orgullo y enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro,
pero al pensar en nuestro mutuo amor
yo digo aún: "¿Por qué callé aquel día?".
Y ella dirá: "¿Por qué no lloré yo?".
No pudo ser
Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder;
¡tenías que estrellarte o abatirme!...
¡No pudo ser!
Tú eras el Océano, y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén;
¡tenías que romperme o que arrancarme!...
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!
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