Este blog agrupa a personas que han descubierto que la comunicación no es necesariamente oral y/escrita, y han decidido utilizar este espacio para dar rienda suelta a su imaginación
sábado, 25 de septiembre de 2010
EL VÉRTIGO DE LA VIDA
Mi querida compañera bloguera Malu me pasó un artículo para leer que se llama “La vida a la velocidad de la luz” de Jeremy Rifkin, un escritor que hace unos cuantos años presentó un libro que causó sensación: “El fin del trabajo” donde –como su título lo indica- plantea que no habrá más trabajo en esta sociedad globalizada donde la tecnología va desplazando al ser humano de una manera tan brutal que podría llegar el momento en que asumiera-ella solita, como una tirana solitaria- el control de nuestra existencia.
En este artículo “La vida a la velocidad de la luz” sus ideas siguen el mismo itinerario, pero esta vez las dedica a una nueva manera de vivir: “24/7”; esto es: veinticuatro horas al día, durante los siete días de la semana; de una u otra manera “conectados” a nuestro correo electrónico, a nuestro celular-que cada vez ofrece más prestaciones-; a nuestras agendas electrónicas, y en fin, a todo servicio instantáneo que nos permita tener todo “ya” en el momento, al instante, sin pérdida ni de un milésimo de segundo. Pero,- se pregunta Rifkin-, ¿estamos mejor? Parece que no. Tenemos más cosas, eso sí, pero no nos deparan la felicidad, porque todas esas aparentes “comodidades” nos insumen tanto tiempo, que no nos dejan ni siquiera un lugar para respirar. Vivimos contestando mensajes, atados frenéticamente al celular, y –según el propio Rifkin- él ha llegado al colmo de oír a hombres de negocios contestando las llamadas de sus celulares sentados en el inodoro. La máxima de Descartes: “Pienso, luego existo”, ha sido sustituida-sigue afirmando Rifkin- por: “Estoy conectado, luego existo”.
Comprendo la preocupación de este sociólogo, economista, escritor, orador, asesor político y activista- pues es todo eso- en forma absoluta porque este afán de “híper conexión” y de hiperactividad al cual estamos siendo sometidos llega a situaciones tan absolutamente ridículas como la de una señora que desde un supermercado llama por celular a su casa para consultar si lleva tres zanahorias o dos tomates. ¡Caramba, señora! ¿Qué tal si antes de salir de compras toma una lapicera y hace una lista de lo que precisa? ¿Qué necesidad tiene de hacer una llamada por celular para preguntar esa simpleza?
Según los expertos estamos cada vez más conectados pero cada vez –también- más solos, más desamparados. La tecnología no nos ha solucionado la vida, sino que nos la ha complicado a tal punto que ya no nos detenemos a ver un amanecer o una puesta de sol ¡Para qué!
Una propuesta: ¿Qué tal si mañana nos vamos de picnic, “desenchufados”, sin la laptop, sin el celular, sin nada más que una cesta de ricos emparedados y una matera, con un mate, una rica yerba y termo, - absolutamente desconectados de todo- y vivimos la enorme alegría de un día al sol?
¿Se animan?
¿O quieren continuar corriendo a la velocidad de la luz, hasta caer exhaustos desperdiciando la oportunidad de vivir como verdaderos seres humanos?
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