sábado, 26 de marzo de 2011

Relativo a la sanación por libros.


Dícese del arte o magia que tienen los libros para sanar o aliviar: Biblioterapia.
Desde hace algunos años la palabra ronda por mi cabeza pero siendo sincera no he investigado lo suficiente. Es sabido que los libros siempre han sido juzgados por muchísimas virtudes y también quemados por otras o las mismas. Y parece que han sido portadores de buenas noticias para la salud sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial cuando se observó el beneficio de la lectura en los soldados que estaban largos períodos leyendo para recuperarse.
El término Biblioterapia se viene expandiendo y me temo que como muchas otras palabras que terminan con ese sufijo, terapia, puede ser malversado. Muchas terapias hemos de ver a diario desde las florales hasta las de gemas, eso sin pasar por las otras más sofisticadas con Orientalidad incluída. El punto es quién sabe realmente tanto de esos temas como para juzgar si son realmente idóneos quienes curan con artes que desconocemos.
Pero en este caso: nadie puede arriesgar nada al leer. No son agujas, no son brebajes, no son movimientos y ni siquiera tenemos que creer: los libros nos permiten descreer de ellos. Una sabe que Macondo no existe pero lo lee y sabe que ahí vuelve a estar ese lugar endiablado de calor y humedad.
Así que con o sin la palabra terapia está bueno leer. No es novedad que yo lo afirme aquí pero sí es novedad enterarnos cómo en el mundo entero va creciendo la necesidad de sentir que los libros sanan. Mejor aún que leer nos sana.
El sentir que la lectura es saludable, o mejor, que la lectura acrecenta la salud es tan importante que se inventó la terminología ahora. Nada más pertinente a las exigencias de estas nuevas generaciones como la palabra salud, saludable, sentirse bien y similares.
Nadie inventa nada bajo el sol: que los libros hacen bien lo sabían también los inquisidores y por eso los quemaban. Pero las nuevas terminologías se adaptan y se ajustan a los tiempos para no perecer en la locura cotidiana de palabras adquiridas e inventadas.
Al final de mi pequeña reflexión quería contarles que realmente comparto esta nueva forma de llamar a los que leen para otros o los que llevan libros a los enfermos. En realidad creo que las Bibliotecas deben de transformarse en sanadoras, sino de cuerpos, de almas y corazones.
Me puse a pensar en aquel lejano cantar de Mahabharata donde en uno de sus libros se contaba la historia del rey que teniendo sus hijos enfermos y no pudiendo curarlos por medio de los médicos, los encerró con poetas y escritores. Asi sanaron sus herederos: a pura palabra inventada, a historias leídas, poemas y canciones. Si estos sabios indúes imaginaron la sanación por estos medios tan maravillosos, por qué no podemos nosotros, siglos después, imaginarlo de la misma manera.
Desde hoy podemos decirnos ¿ Ya has leído tu libro diario? La salud de tu hoy no puede esperar, lee ahora...o cosas por el estilo.
Promocionar la lectura para una vida más saludable es un acierto, aunque también un negocio pero siempre van más o menos de la mano, lo importante es rescatar lo positivo del tema.
Hagamos pues nuestra Biblioterapia.

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Enrique Medina