sábado, 4 de julio de 2009

Digamos que es un gatito.



Digamos que es un gatito.

Sus ojos son más lindos que la espuma.

Corre a la luna quieta y siempre llega primero.

No le cuesta quedarse en la distancia, pensando solo en silencio.

En mi techo veo su pelo suave moviéndose al ritmo del viento.

Siempre está más alto que los sueños.

Se ahoga en el agua cada vez que se mira al espejo. Su reflejo tiene olas y es hondo como el océano.

***

¿Él es un gatito?

Juega conmigo de noche en el silloncito.

No toma leche. Sólo Sprite.

Tampoco come pescado. Sólo fideos largos y empanadas de queso.

Corre a la luna en la noche
y siempre gana, veloz como una Ferrari.

Baila como loco sus pieles suaves en mi techo.

No tiene nombre ni dueño.

Anda por las calles, solo como un perro.

***
No, no es un gatito.

Canta como un canario canciones gusto a pico dulce.

A veces lo descubro bailando en el aire, planeando con alas anchas de goma eva.

Su cuerpo: es como si no tuviera peso. Parece un algodón de azúcar, porque es gordo como un globo, pero liviano como el fuego.

Se puede decir que es libre, o mejor, que huye como el viento.


***

Qué importa si es un gatito…

No tiene nombre ni dueño.

Lo quiero con amor de caramelo. Siento por él chocolate, chupetín, dulce de leche y gaseosa pomelo.

Puede volar, bailar y cantar y también puede tener mucho miedo.

Puede mirarse en el agua, como en un blando espejo.
Autor: anónimo pero lleno de prodigiosa imaginación.

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Puerta

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Enrique Medina