jueves, 23 de julio de 2009

Los desopilantes ensayos del Escritor José Saramago.


Me quedan dudas si los ensayos de este hombre mayor, un autor de los Grandes y de eso no hay dudas, tienen que ver con el término desopilante o con otro epíteto que pueda decirse de su forma de ensayar.
Saramago ensaya con forma de metáfora pero, una se queda preguntándose hasta dónde llega lo de metáfora y donde comienza la realidad. Confieso además, que como todo comentario el mío es personal y lleva en él mi absoluta admiración por este autor portugués.
Creo que se mueve en una línea que puede llamarse el filo de la navaja. Y no sólo en sus novelas llamadas ensayos. Tiene una prosa ágil y a veces puede hasta ser confusa, usa los signos de puntuación desafiando las leyes de la buena gramática. Entonces hay que usar un sistema para leerlo. Por ejemplo, no usa casi nunca el signo de guión para comenzar el diálogo, las comas y puntos son absolutamente arbitrarios. Pero, cuando uno comienza a leerlo más asiduamente, resulta una prosa ágil y dinámica en todo sentido.
Pero vamos ahora a dos de sus libros: Ensayo sobre la ceguera y Ensayo sobre la lucidez.
Entiendo que del primero ya hay una película, que no voy a mirar, porque a medida que leí el libro, pensé que la industria del cine haría con ese libro una pelicula. Y seguro que el director no vio a mi manera las imágenes. Me quedo con las propias.
Es un libro duro, no omite ningún delito humano, ninguna mezquindad, observa desde la ceguera, paradójica figura, todos los aspecto que nos hacen tan humanamente salvajes. La heroína es una mujer que a su vez, es esposa de alguien. Doblemente astuto el autor: una mujer heroína que usa el apellido de un hombre, como cualquier otra mujer. No es una profesional feminisa independiente, no, él prefiere transforma una simple mujer en la base de su relato.
En el camino de la ceguera va quedando todo el mundo, la ceguez no omite faltas de ricos o pobres, grandes o pequeño, lo invade todo, lo corrompe todo. Como el poder, como el dinero, como tantas otras cosas que nos enceguecen. Nadie logra salvarse, salvo la heroína que a su vez, para sobrevivir, finge ser ciega. Oh, es mera coincidencia, casi nadie debe de mentir ser algo que no es en nuestra sociedad real. Es sólo ficcion.
Genialmente tratado el tema transforma el ensayo en una forma profunda de ver, utilizando justamente el sistema de no ver. No tiene desperdicio, es una novela que merece ser leída no una vez, sino varias veces.
Luego, magistralmente aparece: Ensayo sobre la lucidez. Y es el mismo pueblo, sólo que una vez superada la ceguera cae en manos de alucinaciones políticas. Por un accidente del destino la gente no va a votar: y qué puedo decir del resto del libro. No existen epítetos posibles. Creo que no pude parar de reírme hasta más de la mitad del libro. No pude pensar que nadie imaginara tan bien los discuros políticos argumentando desde la izquierda, desde la derecha y desde el centro el por qué había sucedido aquel hecho atroz que la gente no fuera a votar.
El humor casi negro de Saramago puede resultar exquisito. Maneja la ironía lúcidamente. Un poco más allá de la mitad del libro ustedes verán que la heroína del libro anterior vuelve a aparecer.
Creo que este segundo ensayo supera al primero pero, no fue escrito como para hacer una película, o si lo fue, resultará mucho más difícil.
Hay otro libro que a mí se me hace, aunque no lo dice, podría cerrar una trilogía y es Las intermitencias de la muerte.
Repito que nadie me dijo que le seguía a Ensayo sobre la lucidez pero se me antoja que puede ocurrir en el mismo pueblo.
Este libro tiene muchas cosas: la base del mismo está formado por viejas leyendas o cuentos orales de la cultura europea sobre la derrota de la muerte: vencerla y no dejarla matar a nadie durante un tiempo. Creo que ha sido nuestro sueño más anhelado, y si ustedes recuerdan la obra de teatro del Herrero y la Muerte, también alude a la misma temática. Y existen en toda la literatura numerosos ejemplos del mismo tema.
El humor, ironía finísima, otra vez presente. Reírse de la muerte y de lo que los humanos hacemos con ella me parece sano y más humano que el miedo. Es un libro para recomendar y como los anteriores, para leer más de una vez. Creo que este autor, puede convertirse en una "carta en la manga" de muchos directores cinematográticos.
Me ha quedado comentar otros libros de este joven autor, no es irónico lo de joven, quien puede escribir a los ochenta años de esa manera, no puede ser viejo.
Por ahora sólo estos que a mi forma de ver, son una trilogía y que hilvanan la historia de un pueblo de mentira que parece de verdad.

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Enrique Medina