Este blog agrupa a personas que han descubierto que la comunicación no es necesariamente oral y/escrita, y han decidido utilizar este espacio para dar rienda suelta a su imaginación
sábado, 5 de junio de 2010
Educación para la Ecología.
Es un lindo tema el que tomó la compañera de ruta. Me rechina un poco eso del medio ambiente porque no sé donde queda la otra mitad, pero a mí me rechinan muchas frases como esa y otras que son eufemismos que se usan sin mucha razón. Y eso que tenemos un rico vocabulario según los entendidos. El día del medio ambiente me hace suponer que hay otro medio, de cuál de los dos será el día.
La compañera habla de Montevideo, su ciudad y por ende la capital del país. Otra frase que me rechina es cuando se dice Montevideo y el interior. Hace suponer que Montevideo está en el exterior. Pero no era ese el tema, hace mucho que sabemos que vamos poniendo de moda ciertas frases sin ton ni son y ahí se quedan mal dichas por los siglos de los siglos.
Me quedé pensando en eso de la contaminación sonora que hoy acá, en Salto, es un mal menor. Y si me voy a la chacra de mi tía, apenas veinte kilómetros, no existe prácticamente. Me quedé pensando también en esas torres de ladrillos, preciosas, alejadas del suelo, donde la gente paga innumerables impuestos por vivir en el aire y mirando a los lejos.
He estado en estos días leyendo el último libro de Daniel Goleman: La inteligencia Ecológica y quedé gratamente sorprendida con su planteo aunque aún no terminé la lectura. Es el mismo autor que hace diez años transformó su libro Inteligencia Emocional en un best seller y que luego publicó también con mucho éxito, Inteligencia social.
Parece que antes de Goleman la gente andaba por este mundo sin quererse, sin entender que errar es humano, que el optimismo es una cualidad de resiliencia innata para sobrevivir. No, no es cierto, Goleman no descubrió todo esto sólo lo amenizó y lo colocó en un libro de fácil lectura y es más, lanzó la cruzada de analizar la ecuación inteligencia emocional versus coeficiente intelectual. Es más aún, dijo que el coeficiente intelectual sin inteligencia emocional debería de verse reducido porque un sabio pesimista no es tan sabio, un erudito sin empatía no es un erudito completo, porque enseñó de nuevo que el niño además de la curricula necesita ánimo, aliento, cariño y mucha confianza. En fin, Goleman colocó la intelegencia emocional a nivel de educación y no quiero saber que se habrá hecho en el mundo con eso. No soy pesimista pero, no se pueden enseñar autoestima y autoconfianza sin procesarlas primero.
Sin embargo hubo un antes y un después de ese libro de Goleman. También es cierto que se mezcla todo con todo y hubo mucho palabrerío barato con respecto a este libro que menciono.
Quiero recomendar, ya que la compañera Alfa recordó esto del medio ambiente, este nuevo libro de Goleman. No sé cuánto tiempo pase antes de que sea revolucionaria su propuesta y tal vez incluso, no ocurra nunca. En el libro propone una conciencia ecológica que parte de la instrucción real de cada uno de nosotros. Y cuando dice eso aclara que el mercado está plagado de mentiras " verdes". Mentiras que nos hacen creer más ecologistas y resultan sólo beneficiosas a los que las venden pero no al planeta.
Goleman hace un análisis profundo de la cadena de mensajes que hay que tener en cuenta para saber si un producto realmente contamina, créanme la cadena parece más un número infinito que posible, analiza desde el sueldo de los operarios hasta los distintos componentes que se sacan de la tierra y las máquinas que procesan. Realmente: si se pudiera comenzar a aprender y enseñar la manera de ser un humano ecológico, la revolución comenzaría como siempre en la educación. El planteo es más que interesante y el retorno a muchas cuestiones aborígenes del cuidado de la tierra emociona viniendo de un norteamericano, cuyo país es uno de los más agresores al medio ambiente.
Goleman también plantea la exigencia a las cadenas de productos, eso partiría de compradores educados, en boicotear los productos que no sean realmente ecológicos como la única manera de parar el destrozo. Qué gran verdad: lo único que puede parar los destrozos es la entrada de dinero en los bolsillos de los poderosos.
Mi pequeño grano de arena a este día es recomendar un libro: La inteligencia ecológica de Daniel Goleman, Editorial Vergara.
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